Yo solo puedo hablar sobre mi experiencia: no es un trámite lineal.
El proceso de creación implica textos que comienzas a escribir muchos años atrás y que poco a poco vas retomando y encajando y re-encajando de nuevo.
El proceso de “producción” con frecuencia es un poco desquiciante, porque implica hacer cuadrar muchos factores. Con momentos de hiperactividad junto con tiempos muertos largos, y finalmente a contrarreloj para encajarlo en fechas concretas que ayuden en la visibilidad. A contrarreloj siempre y cuando tu “partner in crime” creativo no sea un desastre con la organización, pero un genio de la ilustración, como es el caso, lo que a veces complica aún más las cosas.
El proceso de “lanzamiento y promoción” para mí a día de hoy es bastante delicado porque es muy difícil no tener expectativas y mucho menos necesidades.
Me ha costado muchísimos años de mi vida y aun a veces me cuesta, pero estoy aprendiendo a complacerme con las experiencias independientemente del resultado que tengan, y también a manejarme como puedo con las cuestiones más materiales y económicas.
Pero es que siempre hay una fuerza emocional muy intensa dado que concibes tus libros como pequeñas obras de arte que vienen al mundo para aportar un poco de belleza (en un sentido amplio, no limitado a la estética).
Hace unos días y tras seis años de espera, la saga Pilgrís resurgía. Y por fin veía la luz Pilgrís IV: Encantado de encantarle, señor Mago.
He de reconocer que recibir mis libros es uno de los momentos más emocionantes que suelo vivir.
Pilgrís es una colección de libros ilustrados cuyo protagonista cada día se levanta con un poder psíquico distinto que no entiende, no sabe manejar y le desbarata la vida. En este caso se ha levantado con la capacidad de hacer que los objetos se queden suspendidos en el aire y, como consecuencia además su gato y su perro flotan a su alrededor. Para colmo, su gato le ha robado la ropa por la mañana y ha salido bailando ballet por los aires, y Pilgrís se ha ido a una excursión vestido de cualquier manera, se ha enfadado con su amiga Gudelia, no le han dejado entrar en un museo, ha tenido que comer comida encapsulada, descubrir cómo sus amigos se manejan con Paulet y el grupo de abusones que se creen más que los demás y, por una situación misteriosa, ha protagonizado una persecución imposible en una casa imposible, la del Mago Astrofísico, para recuperar una valiosa pertenencia…
En cada esquina metafórica de la colección Pilgrís se ve claramente la influencia y el impacto que me ha generado “Alicia en el país de las maravillas” y “Alicia a través del espejo”. A veces nos creemos hiperoriginales y la realidad es que solemos ser un compendio de lo que absorbemos, a lo que nos exponemos, lo que nos llama la atención, nos impacta, nos gusta… y es ese refrito subconsciente lo que emerge. Para mi intentar darme cuenta de mis referencias es algo casi obsesivo, porque me parece un reconocimiento necesario hacia aquello que me inspira. Y he de confesar que me tengo que trabajar mucho el enfado cuando, sobre todo en redes sociales, se omite el citar las fuentes.
Aún así, en Pilgrís hay mucho de escritura libre, y creo que, sin duda, el lector sensible y atento lo percibe.
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